Jerusalén, piedras de la memoria: el inicio de las obras de restauración del monasterio franciscano de Monte Sión

Giacomo Pizzi19 marzo 2012

El proyecto “Jerusalén, piedras de la memoria” incluye la restauración no sólo de residencias que pertenecen a la Custodia de Tierra Santa, sino también de iglesias y monasterios.

El lunes 12 de marzo marcó el inicio de los trabajos de restauración del monasterio franciscano de Monte Sión, cerca del Santo Cenáculo. Las obras que serán llevadas a cabo por la Tesorería de la Custodia empleando al equipo de mantenimiento de la Oficina Técnica, debidamente reforzado, durarán cinco meses completos.

El Monasterio de San Francisco  ad Coenaculum  tiene un significado muy especial para la comunidad franciscana en Tierra Santa: fue en el Monte Sión, en el lugar donde se conmemoró la Última Cena, donde en el siglo XIV los Frailes Menores consiguieron su primer monasterio dentro de la ciudad de Jerusalén, de donde fueron expulsados dos siglos después por los turcos, para no volver jamás. Con la construcción del actual monasterio, inaugurado en 1936 y situado a pocos metros del antiguo monasterio, los frailes de la Custodia lograron volver al Monte Sión, y el título de “Guardián del Monte Sión”, concedido siglos atrás al Padre Custodio de Tierra Santa, recuperó de nuevo su significado original.

En el inicio del siglo XX la Custodia pudo comprar los edificios existentes, casas árabes probablemente de finales del siglo XIX. El nuevo monasterio se creó ampliando y modificando estos edificios. Dañados de forma relevante durante la guerra  de 1948, la estructura fue restaurada por última vez a finales de los años sesenta. No hay información precisa disponible acerca de los edificios sobre los que fue creado el monasterio actual: las obras de restauración pueden ofrecer una oportunidad para saber más sobre su historia.

El monasterio no tiene ningún valor arquitectónico especial, ni contiene ninguna obra de arte valiosa. Su importancia radica en el hecho de que está situado muy cerca del punto donde se inició la presencia franciscana en Tierra Santa. Y que dentro de su evocadora capilla se continúa ofreciendo a los peregrinos de todo el mundo la posibilidad de celebrar la Eucaristía muy cerca del lugar donde ésta fue instituida.