Lunes de Pascua en Emaùs

Giacomo Pizzi3 mayo 2011

Muchos cristianos locales y peregrinos han pasado el Lunes de Pascua en Emaús,

en la iglesia franciscana construida en el pueblo de los dos discípulos
que —después de haber dejado decepcionados Jerusalén— Jesús se encontró en el camino…
Pero hoy en día el camino de Emaús es una historia de soledad y aislamiento

Emaús El Qubeibe, el día después de Pascua…
Muchísimos cristianos se reunieron aquí, en la iglesia franciscana construida en el pueblo que la tradición indica como el de los dos discípulos que abandonaron decepcionados Jerusalén después de los trágicos acontecimientos… Desde la terraza en el jardín de los Franciscanos una mirada alrededor nos transporta a aquella página del Evangelio. Se hace fácil imaginar cómo Jesús se acerca a los dos en el camino hacia este pueblo. Un Jesús que, después de explicar las Escrituras, se revela a ellos en la fracción del pan.
Por eso, el Padre Tierra Santa Pierbattista Pizzaballa, que presidió la celebración, al final, distribuyó entre todos los fieles el pan bendito… que es un poco «el símbolo de este santuario, pero también de encuentro y la presencia del Resucitado.”

P. PIERBATTISA PIZZABALLA
Custodio de Tierra Santa

Aquí en Emaús la celebración… hoy nos dice, nos enseña una cosa importante: que todos nosotros a través del estudio de las Escrituras y a través de la experiencia de la Pascua somos como los discípulos de Emaús, que han conocido a Jesús, sobre todo, le hemos reconocido al partir el pan… nos dice que aún hoy, como los discípulos de Emaús, debemos acercarnos a la mesa, salir de nuestro ambiente y partir el pan con la gente que nos encontremos en el camino.

S.E. Obispo Deeley Robert
Congr. para la Doctrina de la Fe

Ha sido algo maravilloso para mí estar aquí y celebrar la misa porque los propios discípulos reconocieron a Jesús al partir el pan y aquí hemos celebrado la Eucaristía…

«La historia de dos discípulos de Emaús, y la historia de cada uno de nosotros —dijo el P. Artemio Vitores, vicario custodial— el Señor ve nuestra desesperación y nuestras decepciones y no nos deja solos: se acerca a nosotros y nos muestra las tres formas en las que encontrarlo: la Palabra de Dios, la caridad y la Eucaristía».

A pesar de que otras localidades reclaman para sí ser la Emaús de memoria evangélica, el trazado de una calzada romana y los restos de algunos edificios cruzados, así como la referencia bíblica de la distancia de 11 km y medio de Jerusalén (los 60 estadios mencionados en el Evangelio de Lucas), podrían acreditar la autenticidad de este lugar.
El santuario ha sido meta de peregrinaciones desde la Edad Media. Bajo los cimientos de la iglesia actual —construida sobre una iglesia cruzada— se encuentran los restos de lo que es venerado como el hogar de San Cleofás – y su hijo.

La iglesia estaba repleta de fieles: muchos peregrinos, este año especialmente españoles e italianos, pero el Lunes de Pascua en Emaús es una cita especialmente esperada por los cristianos locales, especialmente los de la parroquia latina de Jerusalén.

A día de hoy, es especial ver a tantos cristianos palestinos han venido aquí a Emaús porque debido a las medidas de seguridad israelíes y al muro de la desesperación para nuestras familias es muy difícil de conseguir. Tenemos que ir a Ramallah, atravesar el checkpoint, hacer un viaje muy largo… Es muy difícil… Esperamos siempre que la paz llegue a la Tierra Santa, que el muro puede caer y que la vida vuelva ser como antes, como hace 10 o 20 años… cuando todo estaba abierto y muchos cristianos y peregrinos venían aquí.
Es dificilísimo entrar… también a nosotros esta mañana nos ha llevado cerca de dos horas yendo de un control a otro y como es dificilísimo entrar, son pocos los peregrinos capaces de entrar y rezar en este lugar.

Últimamente una presencia cristiana tan numerosa en el Santuario de Emaús no es imagen habitual. Y no sólo porque en este pueblo palestino, completamente musulmán, vive sólo una familia cristiana, sino porque —debido al cierre del acceso impuesto por las medidas de seguridad de Israel— es casi imposible llegar. En los últimos cuatro meses han llegado tan sólo cuatro grupos de peregrinos. E incluso hoy sólo un permiso especial ha permitido que varios autobuses pudieran llegar hasta el lugar.

Comprado por los franciscanos en el siglo XIX, el lugar era también la sede del Seminario Menor de la Custodia. Aquí se acogían estudiantes de todos los países árabes. El seminario se cerró en 67 para ser reabierto en el 86, como recuerda Abuna Firas, que también vivió aquí como seminarista en los años 80. Ahora, por desgracia, esa Emaús es una historia de soledad y aislamiento.

Sin embargo, a pesar de todo, la memoria del Evangelio de este lugar sigue siendo mantenida con vida por la presencia franciscana… «Este para mí es ante todo un lugar de oración y meditación —nos dice fra Franciszek Wiater, guardián del convento, que vive en Emaús con un hermano—, pero es verdad que soy más feliz cuando puedo compartir con los demás el misterio que se contempla en este lugar santo».