Sin categoría

El testimonio de algunos voluntarios ATS pro Terra Sancta en Belén

Giacomo Pizzi22 agosto 2011

Hemos pedido a Fabrizio y Francesca, dos voluntarios de ATS Pro Terra Sancta, que nos cuenten su experiencia en Belén. Dedican la jornada al servicio de los niños de Belén, por la mañana temprano en el asilo gestionado por la Società Antoniana de Belén, y por las tardes en el Hogar Niño Dios, centro que acoge a niños discapacitados.

“Son las seis de la tarde en el caluroso verano de Belén y los niños del Hogar Niño Dios reclaman su papilla antes del cambio de pañales, de los últimos juegos y del tan suspirado descanso nocturno. Aquí los pequeños huéspedes son niños cualesquiera, pero son los niños en los que más se ve en su rostro la necesidad del amor de Cristo, un gran sufrimiento y un gran amor. Son los niños discapacitados, los abandonados, los últimos de una tierra complicada y herida por el dolor y la contradicción; los últimos que se han convertido en los primeros del mundo para las hermanas del Verbo Encarnado que viven en el Hogar. Y también lo son para nosotros, como voluntarios, que nos entregamos completamente al servicio de quien lo necesita.

Lo que tenemos que hacer es una tarea difícil, incluso también espantosa y ya es mucho no salir corriendo al primer impacto. Pero si se sabe ir más allá de la primera mirada, sin dudas te enamoras y en este lugar dejas un trozo de tu corazón para siempre. Lo hemos visto en los ojos brillantes de los voluntarios que nos han precedido y que, cuando se fueron nos pasaron el simbólico testigo de la esperanza, que sentimos con una enorme alegría en cada pañal cambiado, en cada papilla que damos y en cada conversación muda. Sí, muda, porque la barrera aquí no es solamente el idioma árabe. Dificultades de movimiento, autismo, ceguera, sordera, muros que parecen imposibles de derribar en esta ciudad que conoce la marca de muchos muros tristes e insuperables. Barreras que estos pequeños ángeles hacen que parezcan irrisorias transmitiendo sus increíbles ganas de vivir.

La alegría que nos llena el corazón nos empuja a aconsejaros a que os deis una vuelta por aquí, donde el Cielo toca a la Tierra y donde la luz del cometa resplandece en los oscuros ojos de los niños palestinos.

No te arrepentirás, seguro”.