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Alepo: sanemos las heridas de los pequeños sirios

Giacomo Pizzi8 febrero 2018

Basel* cada noche se despierta con la pesadilla de que le alcanza un misil en Alepo. Su padre está mutilado desde hace tres años y en vez de una mano y de las piernas ahora tiene prótesis. “Además no ve -nos cuenta el pequeño Basel- porque ha perdido los ojos. Siempre está enfadado y a veces me pega… yo lo perdono siempre porque sé que está sufriendo mucho”.

Hassan, tiene doce años y no sabe ni leer ni escribir. Le encanta jugar al fútbol con sus amigos y uno de sus sueños es llegar a conocer a Messi. “Antes de venir aquí mis amigos y yo recogíamos hojas de papel para hacer un balón de fútbol para jugar”, cuenta Hassan. Estaban obligados a hacerlo por las calles, entre los escombros, corriendo el riesgo de herir  se.

Aida tiene siete años y una familia destruida por la guerra, como su casa. Sus padres la han abandonado y ha dejado de recibir el cuidado que le correspondería a una niña de esa edad. Es tímida, pero todas las veces que la maestra se sienta a su lado y le enseña con amor y atención a leer, su sonrisa le deshace el corazón. 

Estos son solo tres de los ciento cincuenta niños que participan en la actividades extraescolares de los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa en Alepo. A ellos la guerra les ha quitado mucho, quizás todo. Son vulnerables, indefensos, frágiles, con traumas psicológicos severos. Junto a la Custodia, también la Asociación pro Terra Sancta quiere intervenir concretamente en estas situaciones desastrosas. Estos niños son el futuro de Alepo.

El proyecto de extraescolares ofrece a niños como Hassan la posibilidad de estudiar y jugar sin riesgos. A niñas como Aída, cuidados y curas necesarias, así como la posibilidad de expresarse y de llegar a ser ella misma. A todos los niños como Basel les ofrece una esperanza y una ayuda en una humanidad desgarrada por el dolor.  

En el centro los niños se dividen en pequeños grupos en función de sus niveles de aprendizaje, de manera que puedan aprender juntos con profesores y educadores muy preparados. A las tres horas al día de clases de recuperación de todas las asignaturas, le siguen otras actividades extraescolares como deporte, danza o dibujo. Muchos de ellos dibujan por primera vez sus vida a través de este medio, expresando su dolor oculto.

Además de la importante ayuda en la reforma física de los pisos y de la ayuda de las otras actividades que están ayudando a resurgir a Alepo, la Asociación pro Terra Sancta quiere también una reconstrucción espiritual y de ayuda psicológica a las jóvenes generaciones desgarradas por el conflicto. Ahora más que nunca es importante participar en ello con la intención de conseguirlo, en la medida de lo posible, en las profundas heridas que afligen a estos pequeños sirios.

¡Ayuda a los niños de Alepo!

* Para proteger la privacidad de los niños los nombres se han cambiado en el texto