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¡AYUDAMOS A LAS FAMILIAS DE ALEPO!

Queridos amigos,

la situación en Siria está empeorando cada día más: sufrimos tantas crisis, y cada una de ellas nos parece ser la peor, pero cuando llega la crisis siguiente nos damos cuenta de que estamos pasando de un mal pequeño a uno más grande.

El país está por enfrentar una caída económica, debida especialmente al embargo que les afecta a los pobres que se quedaron en el país. Esperamos algo peor gracias a las restricciones del decreto “César”, que estarán vigentes dentro de pocos días.

Hoy los misiles ya no caen sobre nosotros en cualquier momento, pero estamos padeciendo el hambre: la liria siria está perdiendo su valor sin control cada hora, sin límites… Ya no es posible comprar un kilo de pepinos o tomates, que son las verduras de esta temporada, que deberían ser baratas. El sueldo solamente logra solventar una mínima parte de los alimentos para la familia… Realmente estamos corriendo el riesgo de una verdadera hambruna, que causará desordenes sin control… La situación está muy grave.

Los comerciantes cierran sus tiendas y depósitos porque hoy venden su mercadería a cierto precio, que aumenta cuando van a comprar otra mercaderia, que les hace perder todo el capital que tienen. Hoy ya no hay madera, electricidad y hierro.

La tierra tiembla bajo los pies de la gente y los corazones son como los granos de maíz que explotan saltando en la sartén, y los precios siguen aumentando. Acabo de enterarme de que creció el número de las personas que venden los riñones para comprar comida, y también aumentó el número de los suicidios.

También el sistema de salud no funciona, todos los hospitales están dedicados a una posible pandemia de Covid, y la gente que necesita ser operada tiene que acudir a las clínicas privadas, sin seguros, pagando tarifas sanitarias muy altas.

Solamente ayer las personas se dieron cuenta de que ya no hay medicamentos en las farmacias, empezando por los más sencillos para curar el dolor de cabeza, llegando a los medicamentos relacionados con los problemas cardíacos.

Nosotros de la comunidad cristiana de Alepo somos unas 32000 personas, una minoría, y no tenemos nada más que la influencia de la caridad. En estos años nos dedicamos totalmente al apoyo umanitario. No tenemos ningún poder para animar la política nacional e internacional, pero no solamente nosotros, los cristianos, somos débiles. Toda Siria es aún más débil y gobernada por poderes más grandes que nosotros.

Lo que está pasando siempre está más allá de nuestras fuerzas y oportunidades. En todo aspecto somos el anillo débil de la cadena, todo cambio para nosotros es un riesgo de extermínio. Nuestra presencia débil está en peligro, no hay seguridad mínima, ni para el presente ni para el futuro… Todo ésto nos hace sentir siempre colgados a la obscuridad y al vacío. Si no tuvieramos la certeza de la Presencia de Dios que nos apoya y acompaña, incluso habríamos perdido la razón.

Estoy muy preocupado por la gente, para todos los habitantes del país, no solamente los de la ciudad y no solamente por los cristianos. Tengo mucho dolor en el corazón, se lo ofrezco al Señor como sacrificio apreciado por El, rezando por la llegada del Reino de los Cielos y por la salvación de las almas…

En cuestión a nuestra “convivencia” con el Corona Virus, cada día hay nuevos casos. A pesar de que el número sea bajo, creemos que habrá una difusión muy alta y grave. Que el Señor nos ayude.

El tiempo de la “fase 1” del Covid 19, intentamos explotarlo positivamente, por ejemplo reforzando la Misa cotidiana, transmitida en la página Facebook con un sermón que cada día llegó a casi 4000 personas, sean habitantes de Alepo, miembros de las distintas asociaciones y confraternitas de la parroquia y antiguos fieles que se fueron a otro lado y necesitan vivir aquella experiencia de fe que ya vivían en nuestra iglesia o en la otras iglesias de Alepo. Este “camino en el desierto” que el Señor quiso abrir para anunciar su Palabra y alimentarles a miles de cristianos que hablan árabe sigue funcionando también ahora con la “fase 2”, tras haber vuelto a abrir nuestras iglesias permitiendo la asistencia a los fieles.

Pero por otro lado no podemos negar que esta pandemia creó mucha confusión y desubicación relacionada con la frecuencia de asociaciones y confraternitas. Hay dudas entre la gente, muchos están indecisos sobre la vida normal de las reuniones, nos estamos organizando para reactivar los varios grupos de la iglesia.

Además, no podemos negar que la crisis económica de Siria, que fue aumentada por el Covid, influye en la forma de pensar y manifestar la fe… Nosotros como Iglesia estamos trabajando mucho sobre este asunto, para mantener vivo el contacto con nuestro pueblo, incluso intentando organizar encuentros con ellos a través del Internet a pesar de la señal que tiene muchos problemas y es débil. Por ejemplo, en esta época de “pocas aperturas” de las reuniones y encuentros, tratamos de animarle a la gente para encontrarse, aunque sean pocos grupos de personas, ya que este año el gobierno no nos dío instrucciones precisas en cuestión al campamento de verano, que reemplazamos por encuentros de diversión organizados en algunas zonas de la ciudad y en los patios de los conventos. De hecho, también la situación económica no nos permitiría realizar las otras actividades.

Lo pensamos por mucho tiempo, pero luego nos animó la apertura de los jardines del Vaticano para los niños durante este verano, y estamos preparando un campamento de verano, con catequesis, deporte, y trabajos manuales para los niños, divididos en pequeños grupos para que cada niño pueda disfrutar dos días por semana como mínimo. Decidimos seguir con varios cursos de inglés, música y matemáticas para reforzar la calidad educativa, que sigue bajando, debido también al bloqueo que les hizo perder a los niños la gran mayoría del programa escolar de este año.

Lo más díficil es la inseguridad frente a tantos cambios, y todo ésto podría quitarle la paz al corazón de las personas. La misma inseguridad se puede notar cuando la tierra sigue temblando debajo de los pies, y cuando, debido a un dolor de oído, la gente se marea en cada instante.

Sentimos una gran impotencia y sufrimiento, éstos son los sentimientos de un párroco de una ciudad que hace nueve años nunca vivió en paz, y no tuvo tranquilidad, donde tampoco hay trabajos fijos y prosperidad. Pero todo ésto no nos lleva a la desesperación y nos hace perder la esperanza, más bien aumenta la certeza de que la solución llegará de las Alturas, y estas amarguras y retos nos ayudan a “levantar los ojos hacia las montañas, de las cuales recibiremos ayuda”. Nuestra respuesta a esta crisis actual, a este nuevo Vía Crucis, es solamente tener mucha fe y esperanza.

Dicha respuesta se traduce en el crecimiento de la oración, de la sencillez, de la comunión con nuestra gente y la Palabra que Dios que nos alimenta, sin olvidar el servicio y la caridad, el “cor unum”, reforzando de toda manera el apoyo al pueblo, especialmente hablando de comida, de los gastos médicos  y para las cirugías, junto con la ayuda escolar para los niños, sin dejar atrás los pañales para los bébes y todos los bienes fundamentales para seguir vivos.

¡Que la Santísima Trinidad nos ayude! Amén

Fray Ibrahim Alsabagh, ofm
Párroco de Alepo

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