bambini tra le macerie aleppo

Diez años de guerra en Siria y quince años de actividad en el país, éste es el testimonio de Tommaso Saltini

Amy Rodriguez15 marzo 2021

El 15 de marzo de 2021 será el décimo aniversario del comienzo de la guerra en Siria. Desde 2006 Pro Terra Sancta está presente en el país, que sigue viviendo una grave crisis política, económica y sanitaria, realizando proyectos de desarrollo y educación y apoyo humanitario. Le pedimos a nuestro director Tommaso Saltini, (una de las primeras personas que visitaron Siria tras el comienzo de la guerra), un testimonio de estos años dramáticos. 

Nuestro Gerente General visita a una familia de Alepo, Siria

¿Por qué Asociación Pro Terra Sancta es activa en Siria, que consideramos tan lejana y diferente con respecto a Jerusalén y Palestina?

Siria es uno de los países donde estamos presentes siendo Tierra Santa. Hoy en día, Tierra Santa está dividida entre varios estados con gobiernos diferentes, pero durante muchos siglos había sido una sola tierra, llamada Levante u Oriente. Para los Romanos Siria era una zona mucho más amplia que en nuestros tiempos, y le incluía a Palestina. Seguramente, en el actual sur de Siria pasó Jesús, quien, como nos cuenta el Evangelio, visitó y predicó en todos los pueblos de Galilea. También San Pablo estuvo en Siria y gracias a él  en Antioquia nació el cristianismo. 

¿Cuándo y en qué momento Pro Terra Sancta empezó a realizar actividades en Siria?

Nuestra Asociación le brinda su apoyo a la presencia de los frailes franciscanos y con ellos también les ayuda a las comunidades cristianas, y a toda la Iglesia. Los franciscanos se instalan especialmente en el norte de Siria entre 1600 y 1800, el sector del país donde la gente más debido a la ocupación yihadista. Empezamos a trabajar en Siria a partir de 2006 gracias al Padre Pizzaballa, padre guardián y nuestro Presidente de aquella época. Él

me pidió visitarles a las comunidades cristianas y a los frailes en Siria para dar un testigo de su presencia y hacer un primer listado de sus necesidades. Salí de Latakia para visitar los pueblos del norte, y una parte de ellos están dominados actualmente por los yihadistas y otra por Turquia. Fue rápido y claro entender la necesidad de sostener proyectos educativos y obras sociales, dedicadas sobre todo a los niños, a las mujeres y a las personas discapacitadas,  que son las categorías más débiles y que necesitan más apoyo a través de nuestros proyectos sociales y educativos. Continué mi viaje en Knaye y Yacoubieh llegando a Alepo donde la presencia de la Custodia y de los frailes franciscanos es muy fuerte y erraigada. De aquí me fui en tren, (que hoy es imposible), hasta Damasco, visitando a otras comunidades. El comienzo de nuestro trabajo en Siria sigue las iniciativas de Padre Michele Piccirillo, arqueólogo franciscano que colabora con la organización Studium biblicum. En Siria, junto con Carla Benelli, miembro fundamental de Pro Terra Sancta, habíamos empezado a capacitar a unos jóvanes locales, jordanos y palestinos, para que aprendan a restaurar los mosaicos. Por lo tanto, en 2009 le presentamos un proyecto al Ministerio de Asuntos Exteriores que hoy trabaja a través de la Agencia italiana de Cooperación y Desarrollo. La finalidad del proyecto era restaurar el piso de mosaico de una iglesia bizantina en Hama, también colaborando con la Oficina de Antigüedades siria y fue aprobado en 2011. El proyecto nunca se llevó a cabo debido al comienzo de la guerra. 

¿Usted cómo vivió esta situación? ¿Qué es lo que cambió?

Para mí, el comienzo de la guerra fue una sorpresa muy grande. Yo tenía una imagen muy positiva de Siria, de un país hermoso, ya desarrollado, sin deuda pública y con una economía sólida, que también parecía ser un país occidental con una gran cultura oriental. Pensándolo bien, reconozco que la población de verdad era llevada con una correa; la dictadura de la familia Assad, que empezó en los años 70 iba mejorando pero seguía siendo una dictadura. En cambio, el Padre Pizzaballa me comentó que eso para él no una sorpresa, ya que las relaciones estaban dañadas y las heridas nunca fueron sanadas. Nunca hubo una reconciliación y nunca se admitió el tema del perdón, que, como cristiano, pienso sería la mejor solución para curar los dramas y superar los conflictos. De repente, empezamos a informarle al mundo sobre la gravedad de la situación y la necesidad de intervenir, siendo nosotros el trámite para enviarle toda la ayuda económica a Siria. Lamentablemente, desde el comienzo de la guerra ya no pudimos mandar nada, ni siquiera se pudo enviar expertos o materiales. Con los fondos recaudados construimos centros de emergencia en las ciudades de Alepo, Damasco, Latakia y Knaye, y de aquí fuimos distribuyéndole costantemente bienes esenciales a la población local. 

A pesar de los grandes problemas políticos y de la guerra que sigue afectándole a Siria, seguimos viajando y trabajando en un entorno muy difícil. Podemos reconocer que nunca fue una guerra solamente siria. En Siria están combatiendo grupos opuestos, sunnis y chiítas, y también se concentran los intereses de varios partidos políticos externos que vienen de todo el mundo. Durante siglos el mundo oriental fue un lugar de combate siendo una conexión y un sitio donde pasaban muchos recursos. Como Asociación, Siria nos hizo entrar en un mundo nuevo, el de las emergencias humanitarias. Nuestra ONG nació para proteger el patrimonio cultural, promover el desarrollo económico y ayudar obras sociales y educativas. Nacimos para trabajar dentro de la caridad cristiana, que siempre está abierta para todos. Lo que intentamos hacer enfrentando las emergencias, y llevando a cabo nuestros proyectos, es brindar nuestra ayuda, que siempre es una ocasión de construir relaciones tanto para quien recibe el apoyo como para quien lo da. 

Nuestra Asociación favorece los encuentros entre las guías religiosas, las comunidades locales y el mundo. La poca población local que podía ayudarnos a realizar nuestras actividades, le encontraron al otro de forma independiente, y son musulmanes, familias pobres, religiosos. La maravilla es que sin la guerra ésto no habría pasado porque las distintas comunidades locales vivían en paz, pero no había ningún diálogo. Hablando de mi primer viaje tras el comienzo de la guerra, en el año 2016, recuerdo este acontecimiento: le pedí al padre Ibrahim, el párroco de Alepo, realizar un encuentro con los jóvenes. Fue un encuentro hermoso, y el primero en que empecé a percibir como las comunidades cristianas orientales se sientan muy apegadas a nosotros. En cambio, nosotros los identificamos con el mundo árabe, debido al idioma, y los confundimos con los musulmanes, y no los sentimos cercanos tal como ellos nos sienten. Sostener estas comunidades significa tener un ideal común, reconociéndole y amándole a Cristo, y sostener un solo pueblo, el pueblo cristiano, siendo también parte de un proyecto donde colaboramos haciendo el bien junto a los fieles de otras religiones, amándole al prójimo y al pobre.

¿Cuáles son los proyectos de Pro Terra Sancta que aún siguen activos en Siria? ¿Qué planes para el futuro?Los centros de emergencia siguen estando activos, y quisiéramos cerrarlos hace años porque ésto significa que el conflicto sigue existiendo. Es increíble pensar que llegamos a casi diez años de guerra en Siria, y aún no hay paz, no solamente por la falta de acuerdos internos, sino también porque no hay relaciones con los demás. Italia misma sigue estando en guerra contra Siria. Es grave que nosotros, junto con todo el mundo occidental, confirmamos las sanciones contra Siria, y ésto le llevó a un pueblo a padecer el hambre y vivir en la desesperación. Todo falta, no hay agua, comida, medicamentos y electricidad, pero no nos rendimos y junto con nuestros amigos estamos intentando superar la emergencia y armar proyectos sociales y empresariales, dando préstamos para crear o reactivar los comercios locales. Hasta ahora logramos ayudarles a unas familias, sobre todo en Alepo. Nos gustaría realizar proyectos empresariales innovadores en el negocio de la agricultura, valorando los campos que les pertenecen a los frailes, y también estamos viendo como realizar productos cosméticos y medicamentos de la tradición siria. La primera forma de ayudar a estas empresas serían las donaciones, pero el objetivo es crear garantías convertibles, o sea, si la empresa funciona, se puede devolverle poco a poco el aporte al donante o a Asociación pro Terra Sancta para ayudar a otros proyectoso sociales y educativos. El otro gran sector donde trabajamos es la educación, y junto con los frailes franciscanos estamos pensando reabrir los colegios secuestrados por Assad padre, y que ahora, en parte, parece que serán devueltos. Terminando, siguiendo lo que ya hicimos, queremos seguir abriendo centros culturales. En Damasco rescatamos una propiedad que estamos reestructurando y donde quisiéramos presentar libros, dar conciertos, mostrar películas, y organizar capacitaciones de buena calidad, promovendo el arte y la belleza que son los contenidos que más fácilmente les ponen en relación a los chicos, aunque les pertenezcan a distintas religiones. Dialogando con nuestro Presidente, el hermano Francesco Patton, deseamos valorar a lo máximo las relaciones con el mundo universitario de Siria y Libano, porque en las facultades hay personas calificadas y activas, que nos ayuden a buscar soluciones concretas para ayudar a las personas más necesitadas. Facilitamos las conexiones entre las universidades locales y europeas, conectando personas e ideas. El mundo oriental, Siria que hoy está herida, siempre fue un gran puente para conectar el Oriente con el Occidente. Para nosotros de Pro Terra Sancta sería un honor ayudarle a este país a encontrar su rol como canal de conexión y encuentro.