«Lo que he aprendido estos meses y el contacto con la gente»: las palabras de Dominico, un voluntario en Jerusalén.

Giacomo Pizzi9 diciembre 2014

Ya han pasado diez meses desde que empezó la experiencia del Servicio Civil de seis jóvenes italianos, que trabajan de diversas maneras en los proyectos de la Asociación pro Terra Sancta gracias a un convenio con la Universidad de Bari. Los jóvenes están poniendo en práctica sus habilidades y sus conocimientos, pero sobre todo aprenden mucho. Esta es la historia de Dominico, ocupado en tareas de la Oficina Técnica de la Custodia de Tierra Santa, en el marco del proyecto «Jerusalén, piedras de la memoria»:

«Graduado en Ingeniería de Edificación, he trabajado como voluntario del servicio civil en el extranjero en el proyecto «Jerusalén, piedras de la memoria»; haber tenido la oportunidad de participar ha sido muy importante ya que, por un lado, me ha ayudado a entender la importancia de la contribución de la Custodia de Tierra Santa para frenar la crisis de vivienda de la ciudad vieja y el fenómeno del desempleo de la población árabe y, por otro, me ha permitido poner en práctica mis habilidades para introducir nuevas técnicas de construcción en el campo de la restauración, junto al equipo con el que he trabajado.

Ha sido una experiencia única el trabajar con estos trabajadores y escuchar historias que cuentan la dureza del empleo, los controles que hacen de sus vidas un infinito check-point, el coraje y la fuerza para seguir luchando por una vida mejor y más digna. Ser parte de la Custodia de Tierra Santa no es sólo un enriquecimiento profesional, sino que me ha permitido, después de haber entendido plenamente la contribución que ofrecen a diario los franciscanos de la Orden de Frailes Menores en esta tierra, anillo de conflictos e injusticia, de convertirse en parte un mecanismo de solidaridad, apoyo y desarrollo.

Así que hoy, después de pasar casi diez meses aquí en Jerusalén y de haber interactuado con la comunidad cristiana, con los voluntarios, con los cooperantes y sobre todo con la gente del lugar, finalmente he comprendido lo difícil de buscar los valores comunes necesarios para la elaboración de normas convivencia, y como el proyecto del servicio civil es importante en situaciones como ésta, donde los intereses superiores sacrifican el bienestar de la gente, la gente común que no quiere más que una vida «normal». Esta es para mí la más grande enseñanza e inesperada que he recibido de una experiencia como ésta, una enseñanza que me ha hecho crecer y estoy seguro de que me permitirá ver el mundo con otros ojos».