Navidad en Belén: los rostros de un belén viviente

Giacomo Pizzi25 diciembre 2017

En Navidad se pone el belén en todo el mundo y la Gruta del Niño Jesús expresa el corazón de esta representación sagrada y popular. Junto a los Reyes Magos y a los pastores, por las calles y casas de Belén se ve un pueblo entero que corre con alegría al Pesebre. Estamos yendo para correr junto a ellos hacia la estrella que indica el lugar del nacimiento de Jesús.

El guardián de la Iglesia latina de Santa Catalina, adyacente a la Basílica, es Bishàra un cristiano de Belén. La Navidad es una fecha preciosa”, dice sonriendo y enseñando la cruz roja de Tierra Santa en su pecho. «Lo importante para nuestra familia y para todos es que Jesús ha nacido para cada uno de nosotros, por eso no tenemos miedo. Agradezco a Dios y a los franciscanos, con quiénes trabajo, para que mi familia tenga salud. Dejamos los problemas a Dios. Él conoce el corazón de todos».

En cuanto salimos de la Basílica, en la gran plaza de la Natividad, está Rony delante del precioso árbol y del belén. Él es uno de los muchos vendedores de belenes típicos de Belén hechos de madera y madreperla. «¡No tengáis miedo y rezad por Tierra Santa, especialmente ahora que es Navidad!», dice mientra enseña orgulloso a todos los peregrinos que entran en su tienda el vídeo de cuando cantó para el Papa Francisco, precisamente aquí, en Belén. Su padre está a su lado. También su abuelo en una foto entre los distintos personajes del belén que cada día del año vende a todo el mundo. «¿Quién sabe cómo será esta Navidad?», comenta su padre con la mirada cansada de quien ha vivido mucho tiempo la tragedia de la situación política de su tierra. Pero Rony lo mira sonriendo y le dice: «Papá, ya lo sabes, los últimos cambios políticos nos hacen ser todavía más fuertes y fieles. Estamos muy contentos de vivir aquí. No es solo una tradición familiar la que tiene que continuar. Nuestra misión es quedarnos aquí. Siempre esperamos la paz y queremos la paz para Tierra Santa».  

Natività Betlemme

Fuera de la tienda recuerda la joven Taline las fechas más esperadas de todo el año. «Cuando llega la Navidad, la casa se abría a todos, llamaban a la puerta y la gente venía a nuestra terraza que da a la plaza de la Natividad. Sigo recordando el olor a dulces y a licor que mi madre preparaba para los invitados. Para nosotros los niños había un montón de Santa Claus de chocolate«. Cuenta que en los siete años vividos en Roma, donde ha estudiado ingeniería de la construcción y arquitectura, sentía lo importante que era su ciudad: «¡cuando vives a dos minutos de un lugar tan importante a veces no te das ni cuenta!». Hoy Taline ha vuelto a su Tierra, donde trabaja para los franciscanos de la Custodia, pero todos los años en diciembre vuelve a Belén. La espera siempre es la espera: volver a vivir la Navidad como cuando era pequeña junto a todo el mundo.

En este gran belén popular nos encontramos también con George del «Saint George restaurant and coffe». «Es verdad, es un momento muy díficil para nosotros pero ¿cómo podemos quejarnos? -explica mientras sirve un delicioso y aromático café árabe-. Amo vivir aquí. Aquí se respira la Navidad«. O también Anthony, otro joven vendedor de belenes que en su tienda ve entrar incluso a musulmanes que compran belenes para sus amigos cristianos: «¡Aquí todos somos hermanos!».

Bajando por el pueblo nos cruzamos con muchos chavales que salen de la Terra Sancta School. Vemos a Naila, una mujer que sabe bien qué es la esperanza. Todos los días como asistente social del FSSO escucha la voz de mucha gente de Belén y agradece vivir gracias a la ayuda procurada por ATS pro Terra Sancta. «¡Si no tienes esperanza, no vives aquí!» -dice Naila-. «Vista la situación política y social no nos esperamos nada bueno. Pero si nos quedamos solo en las malas noticias nunca conseguiremos movernos. En casa y en el trabajo intento buscar la felicidad, esperar en un futuro mejor. Soy mujer, madre y hermana. Tengo la responsabilidad de dar esperanza a mis hijos y a las personas que me rodean y les recuerdo siempre que den gracias a Dios si viven felices. Y la esperanza crece precisamente en estas fechas. Cuando puedo participo en la Novena de Navidad. Me gusta ir a la iglesia porque siento la Navidad. Es también una alegría que se vive en familia. El 25 de diciembre, de hecho, como en todo el mundo, nos juntamos para comer y nos damos los regalos que ponemos debajo del árbol, junto al Belén».

Naila está yendo a la Sociedad Caritativa Antoniana a una fiesta de Navidad para personas mayores. En este centro de acogida para ancianos de Belén suele haber abandonados o privados de asistencia sanitaria. Están Maria y Muna. Mientras la primera descarta el regalo que acaba de recibir (un precioso pañuelo rojo), Maria pite tres veces que necesita «Paz, paz, paz. Necesitamos paz y libertad». Ya mayor y enferma, también Maria vive en el centro y gracias a la generosidad de muchos benefactores puede curarse. Por los pasillos del establecimiento hay un regalo: sor Lisi. «En Navidad algunos de ellos no podrán ir a Misa a la Basílica pero estaremos aquí comiendo todos juntos y viviendo esta alegría», continúa sor Lizy mientras acaricia a otros enfermos del centro, llevándoles la comida del día y un pequeño regalo. «La Navidad para nosotros es el alegre anuncio de amor que Dios nos da a cada hombre. Con estos gestos de amor intentamos seguir ese anuncio y vivir así todos los días la Navidad precisamente aquí, en Belén«.  

ASSOCIACIÓN PRO TERRA SANCTA LE DESEA UNA FELIZ NAVIDAD!