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Navidad en Belén, una charla con Jesús

Giacomo Pizzi26 diciembre 2020

Es de noche en Belén. El silencio nos envuelve, es un silencio muy raro en una ciudad que sobre todo en la época navideña se llena de vida y gente. En cielo de Belén aparece una luz, que no es una estrella más fuerte que otros, sino la conjunción entre Júpiter y Saturno, que crean una sola estrella luminosa. Eso no ocurría hace 800 años. Algunos expertos afirman que la estrella que iluminó aquella noche fue en realidad la conjunción entre los planetas Júpiter, Saturno y Venus. ¡Que noche tan extraña, que año tan raro es este 2020! “¡Tenés razón!” Un hombre se acerca, llevando un vestido blanco y sandalias en pleno invierno.  “La noche que nací en el cielo había una luz que iluminaba toda la Tierra, eso siempre me contaba mi madre”. No logro creer a lo que estoy escuchando y me quedo parada sin poder hablar con la boca empapada por la maravilla. “No entiendo… ¿Usted qué quiere decir señor?” Le respondo después de algunos momentos.

 “Así es, la noche que nací, en este mismo lugar hace más de 2000 años, en una cueva de Belén”, responde el hombre con mucha normalidad. “No entiendo, le respondo yo maravillada, ¿Usted nació en Belén hace 2000 años? Exactamente. Mi madre le siguió a su esposo José hasta Belén, ya que tenían que registrarse para un censo. Mi madre estaba en el noveno mes del embarazo. No encontraron un lugar en el pueblo y se les sugirió buscar alojamiento en las cuevas de los pastores, yo justo ahí nací”. “Gracias, pero es una historia que todos conocen, y está escrita en el Evangelio, así nació Jesús!”, le respondo un poco enojada. “¿Y con quién crees que estás hablando en este momento?”  contesta el hombre. Él tiene una sonrisa cariñosa, positiva y los ojos iluminados. Me agarra la mano y me lleva hacia la Basilica. En el momento en que él me toca, toda duda y miedo desaparece. Le sigo sin temor.

 “Por qué volviste?, le pregunto tras haber dado unos pasos, ¿Por qué en esta noche, por qué en Belén?”. “Yo regreso cada año, solo es que no siempre las personas se dan cuenta”.

¿“Jesús puedo hacerte una pregunta? ¿Por qué justo en Belén entre todas las ciudades posibles?” “Es muy simple, decidí nacer en Belén porque era un lugar chiquito, un pueblo de la provincia de Judas. Escogí el último lugar, la humildad y el aislamiento. Ésta es la elección de la Navidad”.

 “¿Y dónde quisieras renacer hoy? “Renacería en una periferia, una palabra que nuestro querido Papa Francisco utiliza muchísimo, y también en todos los lugares pobres, en todas las situaciones de mayor sufrimiento, o más bien, especialmente en este año, quisiera nacer nuevamente en Belén. Belén es la ciudad de Tierra Santa que más está sufriendo en este momento, por eso yo renacería aquí, porque es la ciudad que creció con la luz de mi nacimiento, y ahora es imposible celebrar la Navidad como siempre”. Además: “Sobre todo hay un lugar donde quiero nacer cada día y es el alma de cada uno de ustedes. Quisiera nacer en el corazón de cada uno de ustedes”.

 “Pero muchas personas están sufriendo mucho y están teniendo dificultades. ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Qué sentido tiene este sufrimiento actual en la vida de cada uno?”.

 “Yo justo nací para compartir el sufrimiento de los hombres. ¿Ves aquel icono oriental? y él me indica uno de los iconos de la Basilica. La imagen me representa de niño, envuelto en el sepulcro. Mi Padre se encarnó en mí porque lo unico que Él no puede hacer es morir, siendo Dios. Yo nací para morir. No hay que vivir este sufrimiento como una venganza de Dios o un castigo. Yo nací para ayudar a las personas llevando el peso de su propia cruz. Tenemos que ayudar a nuestros hermanos llevando esta carga. Yo nací pobre, en una cueva y sin tener nada, pero María y José intentaron cuidarme aunque las condiciones eran muy difíciles”.

 “¿Cómo podemos evitar que esta carga nos aplaste?”

 “Dejen que los demás los ayuden a aliviar los dolores. Acepten también los gestos de los hermanos. Sean personas activas y denle consuelo a los que estén sufriendo, y por otro lado, intenten detectar aquellas pequeñas oportunidades de consuelo y alivio que la vida ofrece. Eviten ver todo en negro. Sé perfectamente que mucha gente afirma que este año 2020 es una tragedia y ni siquiera pueden vera quella chispa de luz que podría iluminar la obscuridad, pero la luz existe, está presente”.

Tenés razón, y en qué situaciones pensás que se necesite tu luz?”

 “En el mundo hay mucha obscuridad, varias personas le perdieron a un ser querido y están sufriendo mucho. Perdieron su trabajo y están enfrentando tremendas dificultades económicas. Todas las personas que en esta situación estén sufriendo más, son las que principalmente necesitan esta luz, que también significa inteligencia. Quisiera llevarle un poco de esta luz a los gobernantes, siendo los que tienen que tomar las decisiones importantes en este momento. Pero todos los cristianos tienen que ser parte de esta luz, los obispos, sacerdotes y todos los cristianos, que tienen que ser la luz que les ilumina a los hermanos”.

 “Es cierto Señor, vos nos iluminas el camino, pero esta Navidad es diferente con respecto a las anteriores. ¡Mirá hacia Belén! ¡Hay un silencio que nunca pudimos notar! ¡Muchos cristianos no podrán participar en la Misa de Navidad!”

“Existen un silencio triste, un silencio de la muerte, de la pérdida y del abandono. Es un silencio vacío en los hogares, en las calles donde nunca se les escucha a los chicos jugando. Este silencio no es bueno y no hay que olvidarlo. Pero existe también otro silencio interior y el de la oración, que ustedes tienen que vivir y mantener, porque el silencio tiene mucho valor e importancia en esta Navidad tan diferente. Este silencio permite reconocer la presencia de Dios en las cosas más sencillas, y ayuda a prestar más atención al sufrimiento de los hermanos, valorando lo esencial. Quizás sea también un silencio de los regalos exteriores que permiten descubrir el valor de la familia y de los seres queridos, son regalos menos caros pero hechos con el corazón, dedicando su tiempo a las personas que están al lado de ustedes. El silencio es también interior, y es un silencio positivo, una familiaridad con Dios. Yo estoy con ustedes, no lo olviden”.

Y tras estas últimas palabras lo veo desaparecer de la misma forma misteriosa con la que se había acercado. Aquella luz y aquel calor quedan grabados. Es cierto, no será una Navidad como las demás, pero tal vez nos permia volver a su significado verdadero, y será más Navidad que antes.