Será difícil olvidar la Misa de Navidad del 2010 en Belén. Habíamos empezado a prepararla con los responsables de la Orquesta de Música Sacra de la Academia de las Óperas (www.accademiadelleopere.it) en septiembre del 2009. Ellos ya habían dado un concierto de Música Sacra en los Pináculos de la Catedral de Milán y tenían en proyecto el de las “Cúpulas Doradas” en Moscú. “Entiendo los conciertos”, observó P. Armando, presente en la reunión organizada por la Asociación Amigos del Magnificat en Lugano (Suiza), “pero ¿por qué dejar a la deriva la Música Sacra que tocamos en nuestras iglesias en todas las solemnidades?” Los responsables, Diego Montrone, director de orquesta, Alberto Bramani, primer violín confirmado, Mirko Preatoni, percusionista y presidente de Syncre srl, muy cercanos al fundador de Comunión y Liberación, Don Luigi Giussani (“que había crecido en una casa pobre en pan, pero rica en música”), acogieron la propuesta inmediatamente: realizar un espléndido servicio musical para la Misa de Medianoche en Belén. En el programa, los más hermosos cantos de Navidad y la Misa “S. Iacobi” de A. Pierucci para soprano, coro, asamblea, órgano y orquesta.
¿Los intérpretes? Empezamos por la solista, Eugenia Shirinians del Conservatorio de San Petersburgo, que en el 2008 fue ganadora del Concurso Internacional de Cantantes Líricos “Elena Obraztsova”. Su voz dulce y potente, sorprendió a los 120 espectadores que giraron la cabeza hacia la fuente sonora cuando empezó a cantar, y que impuso de inmediato el más devoto recogimiento.
El Coro Magnificat de la Custodia de la Tierra Santa, reforzado por las voces de voluntarios que vinieron desde Lombardía y Romagna, y el Coro Yasmeen también del Magnificat, dieron el máximo de sí mismos, electrizados por la importancia de la celebración, de la masa de la reunión, de la presencia de la orquesta.
Y era ésta la novedad absoluta. Nacida para compartir momentos de “belleza sonora de todos los tiempos”, la Orquesta Academia de las Óperas, formada por músicos que provienen de prestigiosas orquestas italianas e internacionales, dio el toque mágico a una ejecución perfecta. Y todo esto sin pecar de protagonismo, sin desplegar aquel virtuosismo que, en el concierto de la noche precedente en el Notre Dame Center de Jerusalén, había dado una gran prueba en la interpretación de páginas de Corelli, Vivaldi, Mozart. “Hemos venido para daros una mano”, dijo Francesco Serra, manager de los servicios logísticos; “y también para alabar al Señor junto a vosotros. Non nobis es nuestro eslogan. No a nosotros, Señor, si no a tu nombre sea gloria” (Salmo 115). En la orquesta han formado parte dos profesores del Magnificat: Tania Beltser (violín), Fabienne Van Eck (violonchelo). En el órgano P. Armando Pierucci; en la dirección, Diego Montrone y Hania Soudah Sabbara.