«Lo que es más, el interés y la curiosidad han sido totales cuando los chicos han estudiado por primera vez algunas formas orgánicas directamente a través de un microscopio. ¡Muchos de ellos nunca habían visto uno!» explica la bióloga Enrica Matteucci (Universidad de Turín): «Me sorprendió —prosigue la experta— la curiosidad de tres chicas cuando una mañana al estudiar un espécimen de hongos en los muros, me preguntaron con un interés nunca visto qué era y qué función tenía».
El proyecto, iniciado en septiembre, ya había contado con la participación de los chicos en la documentación y el análisis de los datos arqueológicos según estándares internacionales (Giorgio di Gangi, Chiara Maria Lebole), la restauración de los frescos (Alessandra Marengo), el estudio, la composición de las piedras, la degradación y su consolidación (Stefania Dimarcello), el estudio y el análisis químico y biológico de los hongos y los líquenes que se forman en las paredes del lugar, así como los métodos de limpieza.
«Buscamos desarrollar efectivos en el lugar para apoyar el municipio y la comunidad de Betania al completo, redescubriendo y revalorizando un enclave importantísimo —afirma Osama Hamdan, director del Mosaic Centre de Jericó— pero necesitamos la ayuda de la comunidad internacional, por ejemplo mediante competencias que no tenemos o que no podemos ofrecer». De hecho el equipo no ha venido a restaurar, sino a “enseñar a restaurar” especifica Maria Bottiglieri (Responsable de cooperación internacional de la ciudad de Turín), porque «estas prácticas de cooperación internacional —añade el teniente de alcalde del Ayuntamiento de Turín—crean una sinergia entre nuestras entidades, las comunidades, cuyas competencias queremos fortalecer. El perfeccionamiento de la especialización del conocimiento y las prácticas de colaboración social, por ejemplo a través de una formación, son una gran ayuda, sobre todo para una población sumida en una grave crisis».
En los próximos meses los chicos del Mosaic Centre aprenderán a afinar otras técnicas de restauración en mosaicos y otros materiales ya estudiados. «Hoy ya saben reconocer de forma más precisa la edad de un muro y entender algunos procesos de deterioro e intervención», explica el arquitecto Najati Fitiani, que durante los cursos ayuda a superar la barrera lingüística entre el italiano, el inglés y el árabe.
«Nosotros trabajamos aquí junto a la tumba de Lázaro, que para los cristianos es un lugar de esperanza –concluye el joven arqueólogo Ayman–, de forma que al aprender a reconstruir nuestro pasado aprenderemos a construir nuestro futuro».










