Siria: entrevista con Jean François

Jacopo Battistini8 marzo 2024

«La situación es difícil. No resolvemos los problemas de Siria, pero estamos al lado del pueblo. Y este es un signo importante de esperanza para todos». Jean François Thiry vive en Alepo desde hace unos meses para coordinar los proyectos de Pro Terra Sancta. Con motivo del aniversario de la guerra que devastó Siria, lo entrevistamos para comprender la situación actual en esta nación a menudo ignorada por los medios de comunicación.

Jean François, con respecto a la crisis humanitaria, ¿ha habido una recuperación en los últimos meses desde que usted está allí, o la situación ha empeorado?

En los últimos meses, solo he conocido a una persona que desea quedarse aquí y contribuir a su país. Es una persona comprometida con la educación que ha decidido no abandonar su tierra natal. Todos los demás solo hablan de huir y se quejan del empeoramiento de las condiciones económicas. No creo que pueda dar ninguna señal positiva. Es cierto que algunos negocios están reabriendo, pero esto se debe principalmente a los esfuerzos de las iglesias locales que trabajan para apoyar a los cristianos. Sin embargo, la situación macroeconómica es trágicamente precaria, con el aumento de los precios del gas y la falta de servicios esenciales. Es extremadamente difícil detectar signos de recuperación.

¿Cuál es la importancia de la obra de la iglesia si hay falta de esperanza?

En primer lugar, el papel de la Iglesia es permanecer al lado de la población, especialmente de los cristianos locales, brindándoles apoyo y no abandonándolos, especialmente a los ancianos que no pueden salir del país. En segundo lugar, la labor de las iglesias favorece la cohesión entre las diversas comunidades religiosas. Aunque se habla de un excelente entendimiento entre cristianos y musulmanes, hay que entender que todavía hay profundas divisiones y resentimientos relacionados con la historia y la guerra. Por lo tanto, nuestro compromiso representa un gesto de caridad que rompe el ciclo del odio y la maldad. Trabajamos con comunidades cristianas y musulmanas para promover la apertura y la colaboración mutua.

¿Es el trabajo de Pro Terra Sancta un signo de esperanza?

Nuestros esfuerzos se centran en dos frentes: por un lado, apoyamos la supervivencia de los cristianos en Alepo proporcionándoles apoyo material y reparando los daños en las viviendas. Por otro lado, promovemos la interacción y la solidaridad entre las comunidades cristiana y musulmana, buscando superar las barreras culturales y comprender mutuamente las dificultades a las que se enfrenta cada una. Es importante mostrar a los cristianos la situación de las familias musulmanas, que también se ven gravemente afectadas por la guerra. Esto nos ayuda a consolidar el sentido de hermandad y solidaridad entre las diferentes religiones.

¿Cuál es la percepción de la población frente a esta guerra interminable?

Actualmente, muchos creen que la guerra ha terminado, pero en realidad, las sanciones económicas impiden una paz efectiva. Además, existe una corrupción interna generalizada que obstaculiza la reconstrucción y el progreso del país. Siria está fragmentada, con varias zonas bajo el control del gobierno de Assad, los kurdos o los turcos. Esta situación contribuye a la inestabilidad y la incertidumbre.

¿Qué te hizo decidirte a ir allí y cómo es vivir en Alepo?

En 2017 visité Damasco y conocí a cristianos sirios, y quedé impresionado por su fe incondicional. He visto personas dispuestas a sacrificar sus vidas por su fe. Desde entonces, he tenido el deseo de hacer algo para apoyar a esta comunidad. Vivir en Alepo es una experiencia intensa y desafiante. Me enfoco en estar presente y compartir la vida con la gente local. A pesar de las dificultades, he sido acogido con afecto y gratitud, lo que me impulsa a continuar mi trabajo con renovado compromiso y esperanza. Siento una gran responsabilidad también porque hay mucha gente que dona para Siria y me gustaría que su ayuda llegara y realmente fuera a responder a las necesidades que hay. Estoy realmente muy agradecido, porque creo que en Europa estamos empezando a comprender la importancia de la comunidad cristiana aquí, justo donde se convirtió San Pablo.