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Jordania, la dura vida de los refugiados sirios e iraquíes

Giacomo Pizzi24 febrero 2016

En Jordania, la Asociación pro Terra Sancta colabora con los frailes franciscanos en Ammán, las parroquias latinas y otras organizaciones para aliviar la crisis humanitaria de los refugiados que huyen de las áreas de conflicto.

Vienen de Siria, Irak o Egipto y son mayoritariamente familias que buscan asilo, que no tienen sino una mínima esperanza con la cual tratan de comenzar de nuevo en otro país. Algunos son forzados a permanecer en campos de refugiados, pero la mayoría piden ser aceptados en las comunidades locales.

Jordania es una importante etapa en este éxodo, con un creciente número de refugiados. El país ahora alberga casi 1,5 millones de refugiados de origen sirio, alrededor de 21% de la población jordana, que es de siete millones de habitantes.

Con la escalada de violencia en los países vecinos, la situación ha empeorado desde el verano de 2014: las escuelas están abarrotadas y los refugiados no tienen permisos de trabajo, por lo que no pueden encontrar empleo, salvo algunas excepciones. Muchas asociaciones cooperan para ayudar a los refugiados mediante el establecimiento de campos de primeros auxilios, la distribución de productos de primera necesidad, y apoyo sicológico.

Pero los verdaderos problemas surgen cuando las familias o los individuos se trasladan de los campos de primeros auxilios a casas o apartamentos más cómodos, o cuando las personas que viven en estas viviendas ya no pueden costear la renta.

En año pasado, gracias al apoyo de muchos donantes y amigos, pudimos conceder ayuda financiera mensual para cubrir necesidades básicas, renta, medicinas y atención médica.

Luego se concedieron préstamos en beneficio de estudiantes sirios, iraquíes y jordanos pertenecientes a familias numerosas con grandes necesidades. Otros fondos fueron destinados a ayudar obras como el orfanato y la Escuela Terra Sancta, aportando ropa, mochilas escolares y comida para los más pobres.

Gracias a la ayuda de mis hermanos cristianos –dice uno de nuestros beneficiarios- me sentí aliviado. ¡Ahora estoy mejor, especialmente en lo espiritual”! Al poder comprar medicamentos, no sólo se ha recuperado físicamente, sino que también se ha sentido amado y no abandonado a su suerte.

Es verdaderamente importante ayudar a los refugiados en Jordania. ¡Ayúdalos también!